PREGÓN DE FERIA DE GUARO, 2009,
JUAN LARA JIMÉNEZ
Juan Lara Jiménez (1950), hijo de José Lara y Josefa Jiménez.
Ingeniero técnico electrónico, alto cargo de la empresa Acerinox del Campo de Gibraltar, casado con Isabel Ruiz y padre de María José y Juan Pablo, abuelo, de identidad guareño y, ahora, jubilado y feliz.
PREGÓN FERIA GUARO AÑO 2009
A la tierra que me vio nacer,
dedico este pregón,
palabras emocionadas
que salen del corazón
Sr. alcalde, Sres. concejales, paisanos,
paisanas, visitantes, amigas y amigos:
Muy buenas noches.
Es un gran honor para mí tener la
oportunidad de estar esta noche aquí con todos vosotros pregonando la
feria de mi pueblo, Guaro. Al mismo
tiempo, siento una enorme responsabilidad, porque hablar en público y de este
tema no es nada fácil para mí. Quizás, si habláramos de la fabricación de
aceros inoxidables, actividad que ha ocupado la mayor parte de mi vida laboral,
no tendría necesidad de las chuletas, que hoy, ineludiblemente, necesito.
Cuando me llamó Sebastián Rueda para
ofrecerme que hiciera el pregón, lo acepté sin ningún pero. Al principio, me
sentí muy honrado por haberse acordado de mí, después me emocioné y casi no
pude contestarle y, por último, cuando terminé de hablar con él, me quedé en
blanco y pensaba: “¿Pero qué les digo yo a mis paisanos durante 15 minutos? ¿No
les aburriré en exceso?”
Como decía Gandhi: "Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el
resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa". Yo os puedo
asegurar que el esfuerzo lo he hecho. Me ha costado muchas horas de preparación
y, a veces, hasta parte de mi tiempo de sueño.
Hecha esta introducción, hablemos de Guaro,
que es realmente lo que nos atañe en
estos momentos, primero, de sus gentes y, luego, de su feria.
Se conoce poco de la historia de Guaro, pero
una de las cosas que destaca es la convivencia entre las culturas, musulmana y
cristiana. Según dice nuestra corta historia escrita, esta convivencia fue modélica.
Y esa tendencia ha seguido en la vida de Guaro, no entre culturas, pues desde
los Reyes Católicos solo existe una (al menos oficialmente), sino entre los
habitantes de este maravilloso pueblo y aquellos que en un momento decidieron
quedarse entre nosotros.
Todo el que ha llegado
y sigue llegando a Guaro se le ha acogido y acoge como si hubiese nacido en el
pueblo. Algunos se han quedado para siempre entre nosotros y otros se han
marchado porque no encajaban entre los ciudadanos respetuosos y luchadores de
este pueblo o bien porque se le acabó la motivación que los trajo.
No puedo dejar pasar la oportunidad de dar
mi pequeño homenaje (y creo que el pueblo entero debe hacerlo) a dos personas
que se quedaron para siempre entre nosotros y que ya también nos han dejado
para siempre.
Por un lado, José Ortega (El Maestro
Obra)
Por otro lado, Joaquín Puga (Don Joaquín)
Dos granadinos que llegaron a Guaro por
las vicisitudes de la vida,se enamoraron y se quedaron entre nosotros.
Dos hombres ilustres, no por sus cargos, su
procedencia familiar, carreras o situación de poder, sino por su respeto a los
demás, por su integración en el pueblo, por su afabilidad, por su entrega al
trabajo (cada uno en su parcela).
Los dos eran tímidos y parecían distantes
del pueblo, pero, cuando los tratabas, podías ver el fondo de cada uno de ellos: eran dos hombres íntegros. No creo que
tuvieran enemigos estos hombres en el pueblo.
¡Cuántos profesionales de la construcción
dejó perfectamente preparado el Maestro Obra y nunca se creyó nada ni usó
sus conocimientos para enriquecerse!
Hombre muy exigente consigo mismo y de
una responsabilidad ilimitada.
Don Joaquín, hombre muy comprometido con
la enseñanza y fundamentalmente con los valores cristianos y humanos. Un hombre
que transmitía paz y sosiego cuando se hablaba con él. El análisis que hacía de
los distintos sucesos era auténtica objetividad, no había sobresaltos ni
altibajos en su diálogo. También, puso a muchos niños en la lanzadera de poder
iniciar unos estudios medios y universitarios superiores. Yo fui uno de esos niños
Dicho en lenguaje más popular, dos
hombres que sabían estar y eran muy buenas gentes. Dos hombres que te hacen
fácil hablar bien de ellos.
Vaya desde aquí nuestro
homenaje.
Guaro también ha sido y sigue siendo un pueblo muy solidario, que sabe
defender lo propio y ayuda al vecino o paisano a defender lo suyo. El pueblo se
hace una piña cuando necesita defender los intereses del pueblo o parte de
este. Ejemplar fue la lucha que
recientemente mantuvimos para mantener nuestro río Grande vivo. No se había
conocido en Málaga una manifestación que concentrara a tantas gentes en una
protesta. ¡Pero si había más manifestantes aquel día que habitantes tenía el
propio pueblo! ¡Y vaya colorido que se le dio: caballos,burros, gallinas, motocultores paseando por el
centro de Málaga, incluso se preparó y nos comimos una sopa en la puerta de la
Confederación Hidrográfica del Sur!
El periodista Becerra, del Diario Sur, tituló
su crónica " El campo se traslada a la ciudad de Málaga." Y todo
respetando siempre las normas, no hubo ninguna alteración de orden público. En
más de una ocasión, nos felicitaron por nuestro comportamiento. Nosotros
también teníamos la delicadeza de felicitar a las fuerzas del orden público por
el suyo.
Hacíamos mucho ruido y nos hacíamos escuchar a
base de imaginación y no de vandalismo.
Como decía Isaac
Asimov: " La violencia es el último
recurso del incompetente" En esta ocasión, el pueblo de Guaro demostró
que era muy competente e imaginativo. Otro titular de prensa que apareció en
aquella ocasión, " El proyecto para un embalse que podría albergar las
aguas de la discordia”. Parece mentira que un pueblo tan pequeño pudiera formar
tanto ruido. Esto no es ni más ni menos que fruto de la solidaridad de este
pueblo con sus conciudadanos.
Sebastián, nuestro alcalde, tuvo una
actuación muy brillante en toda esta lucha, la plataforma, que tuve el honor de
presidir, creo que también, pero los verdaderos vencedores fueron los guareños,
pues el objetivo, de momento, se consiguió.
Las mujeres y hombres guareños han sabido
sobreponerse a todas las adversidades, adversidades propias de la subsistencia.
Pero, a pesar de todas las adversidades, nunca se ha visto un guareño pidiendo
por la calle, para el guareño o guareña es mucho más trabajo pedir que salir a
trabajar con pico y pala. Este pueblo siempre fue generoso con el trabajo,
orgulloso y siempre actuó con gallardía. Por dondequiera que ha pasado un
guareño-guareña ha dejado su impronta, su sello de cumplidor, ha dejado el
deseo del patrón de que vuelva para la próxima temporada o nueva obra. Son
rasgos que han caracterizado siempre a este pueblo: mucho amor propio en el
trabajo y cumplidor en grado sumo.
Por mi trabajo, he tenido la oportunidad
de viajar con cierta frecuencia y conocer a muchas gentes y siempre que me han
preguntado ¿de dónde eres?, siempre he contestado, de Guaro, aunque me haya
costado algunas bromas y explicaciones jocosas. Eso te da la oportunidad de
recibir información de gentes de tu pueblo que a su vez han sido conocidos por
tus interlocutores y puedo asegurar que nunca he recibido información negativa
de ningún guareño.
Decía un filósofo griego: "La vida sin fiesta era como recorrer
un largo camino sin encontrar posada". Nosotros, los guareños, ya
hemos encontrado la posada, nuestras fiestas patronales han llegado. Ahora,
solo falta que olvidemos los problemas cotidianos por unos días y salgamos a la
calle con ganas de pasarlo bien y divertirnos. Nos encontraremos en la calle amigos
y amigas que hace meses, años e incluso muchos años que no vemos, con los que
recordaremos tiempos pasados.
Veremos a los niños (nietos, hijos, sobrinos)
cómo disfrutan en los caballitos, coches choque,etc.
Podremos ver esas niñas
tan guapas y elegantes que hay en Guaro, cómo se contonean por las calles.
Podremos tomar una copa en una terraza o en la
caseta al fresquito, que tanto se apetece en estas fechas, charlando con
nuestros amigos.
Podremos ver la
elección de la reina de las fiestas y sus damas, todas guapísimas.
Podremos participar en el campeonato de dominó, que normalmente se organiza por estas fechas.
También, bailaremos con las buenas orquestas
que generalmente nos trae la comisión de fiestas.
Además, aquellos que no tengan parejas, pueden
aprovechar para encontrarla. Antes, a los que no tenían pareja, se les solía
preguntar al final de la feria:” ¿Qué? ¿Has hecho feria?” Muchas parejas de
novios salían de la feria.
En fin, en estos días,
tendremos un sinfín de diversiones que debemos aprovechar y disfrutar de
ellas.
Nuestras ferias siempre han tenido sus peculiaridades
y lógicamente se han ido adaptando a los tiempos y a las diversiones que
demanda cada etapa.
En la historia relativamente reciente de la
feria en Guaro ha habido una gran evolución y, en cada caso, ha tenido sus
encantos, no podemos decir que una etapa haya sido mejor que otra, lo que sí
podemos decir es que ha sido distinta.
En mi niñez, la feria se vivía con mucha
intensidad, pues feria no era solo la
víspera y tres días más, tenía una larga preparación. Cuando faltaba mes, mes y
medio para ella, nuestras madres empezaban ya a preparar la ropa que vestiríamos
durante esos días. El Catano hacía su
agosto, con frecuencia venía por Guaro con su borriquillo durante el año
cargado de tela vendiéndola por todo el pueblo, pero, en esta época, estaba
allí todos los días y siempre rodeado de mujeres y chavalas.
También, sobre la misma fecha se empezaba a
buscar la financiación de la feria, los niños y no tan niños empezábamos a
rebuscar almendras. La rebusca consistía en una segunda recolección de las
almendras que habían quedado en el campo después de la primera. Las niñas por
su parte se ponían a partir las almendras en las distintas casas cobrando por
cada cuartilla que partían y después expurgaban.
En aquellas fechas, gran parte de los
ingresos del pueblo los proporcionaba la almendra, era el pulmón que nos
mantenía con vida. La población guareña vivía de sus tierras, de los cultivos
de las huertas (maíz, avellanas, ajonjolí, etc.), de la siembra de cereales, de
la recolecta de naranjas, aceitunas y la susodicha almendra.
Cuando venían los momentos de menor
actividad, las mujeres y hombres guareños, trabajadores natos, buscaban la
actividad fuera del pueblo. Fue cuando empezó la emigración, familias enteras
se echaban la casa a cuesta y se marchaban a los pueblos aceituneros a trabajar
en la recolección de las aceitunas. En aquellos tiempos, la vida era muy dura, la
vivienda que les esperaba, en el mejor de los casos, era una habitación y
colchones al suelo, en pleno invierno, aunque tampoco la vivienda habitual era
mucho mejor.
Para aprovechar las
sinergias propias del grupo, las familias, a su vez, se agrupaban con otras
haciendo pilas de recogida y comida común, de esa forma, con un cocinero-
cocinera comían varias familias, hay que tener en cuenta que la luz solar era
la que determinaba el inicio y final de la jornada laboral, no se podía perder
tiempo ni para comer y, por supuesto, tampoco en preparar la comida.
Era muy emocionante ver la salida del pueblo
de estas familias cuando se iban a las aceitunas, parecía que era una salida
sin retorno y un retorno de los hijos pródigos. Gran parte del pueblo se acercaba
a despedirlos y luego a recibirlos. Es una imagen que tengo grabada en mi mente,
que me impresionaba mucho, pues denotaba en sus caras tristeza y preocupación
cuando se marchaban y una alegría contenida cuando volvían. Me parecía muy
injusto que familias enteras se tuvieran que marchar y abandonar sus casas
costándole como les costaba para poder vivir un poco mejor el resto del año. A
veces, hasta llorábamos, pues también salían amiguitos y amiguitas.
Volviendo a la feria, tenemos que decir que
en aquella época no había pregón de feria, el único que pregonaba por las
calles para hacer los bandos y órdenes municipales era Pepe Fuelle, hombre célebre por sus pregones.
La feria para mayores era en la plaza, donde se montaba un escenario, no
en la puerta del ayuntamiento, como se hace ahora, sino en el lado opuesto
junto a la que siempre hemos conocido como la
albarrá. La animación normalmente era la banda de música de Alozaina, daba
gusto escucharla. La plaza, que tenía entonces cuatro bares, se llenaba de
sillas y mesas y solo quedaba libre un pasillo y un rectángulo (sesenta metros
aproximadamente) delante del escenario donde se bailaba.
Los niños y los no tan niños teníamos
nuestra feria en la puerta del molino, allí se montaban la ola, la noria las
sillas locas y los columpios.
¡ Qué nos gustaba quedarnos en la parte alta
de la noria cuando terminaba el viaje ! Yo creo que más que el viaje y, sobre
todo, si nos habíamos montados bien acompañado de alguna niña que nos gustara.
¡Cuántas vueltas nos
daban en la vagoneta de la ola! Salíamos
de allí dando tumbos, era como una borrachera, pero sin alcohol.
Esta época de la feria de Guaro, la
recuerdo con mucho cariño, creo que influyen dos cosas: una, la edad en
aquellos momentos y, otra, la escasez de fiesta que teníamos. Era la feria en
verano y los carnavales en invierno. Bueno también estaban las verbenas
veraniegas en el río: San Juan,San Pedro y Santiago.
El tiempo avanza y las diversiones evolucionan.
La juventud ya estaba cansada de pasodobles, boleros, chachachá y queríamos
los sonidos de las guitarras eléctricas, ya la televisión nos mostraba otras
formas de baile y música y Guaro, en ese sentido, nunca se quedó atrás. Yo tuve
la suerte de pertenecer a la generación que trajo el primer conjunto de música
moderna a Guaro. Se llamaba Los Dandys. Nuestro trabajo nos costó,
queríamos llevarlo al patio de Mariquita la
Río y no lo conseguimos. Los intereses creados con el beneplácito de la
autoridad impidieron que esto se llevara a cabo. Eso también era fruto de la
época, la libertad a la diversión y a otras muchas cosas brillaban por su
ausencia. Pero, al final, conseguimos que al menos ese conjunto moderno lo
contrataran para la plaza. No es este el momento de reivindicar y por lo tanto
seguiremos con la feria.
A partir de entonces, todos los años
contrataban conjuntos de actualidad. La lucha siempre tiene sus resultados
Sabemos todos que las
fiestas siempre nos exigen un esfuerzo económico, exige prepararse algo de
ropa, los cafés, copas, refrescos, cacharritos para niños, etc., etc. hacen
mucho daño al bolsillo y sobre todo cuando los ingresos disminuyen, como es la
situación que casi todos estamos viviendo. Pero la diversión no necesariamente
exige gastos elevados. Como decía Einstein: " En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el
conocimiento. " Desgraciadamente, el conocimiento no lo tenemos todos
o digamos que hay muchos niveles, pero la imaginación sí. Guaro ha demostrado siempre
ser un pueblo de gran imaginación, pues aquí, como en otros pueblos, ha habido
épocas difíciles y, normalmente, se ha notado menos que en otro. Así que
pongamos a funcionar nuestra imaginación y hagamos las diversiones adaptadas a
la situación de cada uno.
Quiero dirigir unas palabras a la juventud
y ya termino.
Como hemos dicho antes "La violencia
es el último recurso del incompetente". Los jóvenes guareños no deben caer
en la violencia, aunque en algún momento podamos entender que se nos ha molestado
en exceso. La palabra pelea y bronca debe desaparecer de nuestro diccionario
durante estos días y para siempre. Es más hombre el que resuelve los problemas
con el diálogo que con las manos. Veámosnos reflejados en el que viene de fuera
cuando nosotros salimos a otros pueblos y seguro que entenderemos más de una
provocación inexistente.
Ya solo me queda daros las gracias a
todos por la paciencia que habéis tenido escuchándome, darle las gracias a la
Corporación Municipal por haberme concedido este honor y desearos que paséis
unas fiestas muy felices.
Muchas gracias y buenas noches.
Realizado por: Juan Lara Jiménez. Guaro
(27/08/2009)