PENAL DEL PUERTO DE SANTA MARÍA
“Un prisionero es un predicador de
libertad.”
Friedrich Hebbel

Penal del Puerto de Santa María
Pero, ¿qué era aquello? ¿Adónde habían ido
a por tantos guardias civiles?
Aquello era un hormiguero de miembros de la Benemérita. Además ,
todos parecían cortados por el mismo patrón.
Tendrían que tener unas órdenes muy estrictas, porque tenían la cara,
como vulgarmente se dice, de "mala leche".
Fueron esposados de dos en dos, y cada
grupo de diez, enlazados por un cordel que, a través de las esposas, les ataban
las manos. Esto era la llamada “cuerda de presos”.
Desde lo alto del cerro donde se encontraba
el penal, se observaba cómo la
Guardia Civil había desplegado sus fuerzas para evitar
cualquier altercado. Dos filas de guardias hacían un pasillo por donde debían
pasar los presos, y más bien parecía un camino abierto en plena selva.
Nadie decía nada. Nadie hablaba. ¿Dónde les
llevarían? ¿ Cuál sería su nuevo destino? Nadie decía nada. Aquellas medidas de
seguridad tan espectaculares tenían que tener un motivo muy importante.
Padres, madres, hijos, novias... fueron
acompañando a los presos hasta la estación de trenes, con la intención de
besarles, abrazarles... o al menos, saber adónde les trasladaban. La férrea disciplina
de la Guardia Civil
impedía cualquier contacto con los presos. Nadie pudo enterarse de su nuevo
destino. Nadie se pudo acercar a ninguno de aquellos presos.
Una vez que el tren, en el que introdujeron
a todos los internos del penal, avanzaba en su recorrido, se empezarían a ir
desvelando algunas de las incógnitas que precedían a aquel viaje.
El sur de España era el nuevo destino. Las
medidas de seguridad estaban más que justificadas. El tren debería de pasar por
Despeñaperros, en Sierra Morena, y allí todavía existían hombres luchando en
contra del régimen fascista establecido por la fuerza en España. Temían, los
responsables del traslado, algún ataque desde las montañas, que pudiera liberar a los presos.
Los guardias no disimulaban sus temores. A
muchos se les reflejaban en las caras el miedo que estaban padeciendo.
Aquellos hombres, prisioneros de guerra, se
percataron de la situación, y, a su forma, colaboraron a que aquel sentimiento
siguiera creciendo.
- Guardia, quiero ir al servicio - decía
uno.
- Guardia, que me meo encima - replicaba
otro.
- ¡Pues revienta! - les contestaban.
Era una guerra psicológica, la única forma
que aquellos hombres tenían, la única que les habían dejado.
Tren directo al nuevo destino. Sin parar en
ninguna estación.
Momento crucial fue el paso del tren por
Despeñaperros. Desde el día anterior, fuerzas de la Guardia Civil y del
Ejército habían tomado posiciones en toda la zona con el fin de evitar
cualquier intento de ataque por parte de la guerrilla.
La tensión, ahora, se podía apreciar en su
mayor grado. Los guardias civiles parecían que ni respiraban a su paso por el
desfiladero. Nadie se podía mover de sus asientos. Habían incluso apostados a
algunos de ellos en el techo del tren, con fusiles ametralladores.
Por fin para los guardias llegó el
descanso, habían pasado por Despeñaperros sin novedad. Entonces permitieron
que, los presos, de dos en dos, pudieran acceder a los servicios del tren para
hacer sus necesidades.
Después de muchas horas de recorrido, llegaron a su nuevo destino, el Puerto de Santa María, en Cádiz.
Una vez repetida la misma operación que a
la salida del penal de Chinchilla, y una vez en el cuerpo de guardia de este
centro, fueron entregados al cuerpo de prisiones del penal. En la parte
antigua, más conocida como el Penal Viejo, fueron instalados. Parte reservada
solo para presos políticos.
Era el día 7 de agosto de 1.945, día del
inicio de una nueva etapa para Paco. Otra etapa más en su vida.
El Penal Viejo constaba de cinco brigadas,
cuatro de ellas destinadas a los recién llegados. La quinta estaba destinada
para enfermería. Paco fue destinado a la segunda brigada.
Aunque había más luz que en los anteriores
penales y cárceles, influyendo en ello la luminosidad del cielo andaluz,
empezaba otro nuevo calvario. Para empezar, les habían separado del resto de la
población reclusa. Seguirían sin
información de lo que acontecía fuera de aquellas paredes.
Aquellos hombres, presos políticos,
fuguistas, incendiarios, tenían que tener un trato distinto a los demás presos.
Tenían que estar separados, para no "contagiar" con sus ideas a los
demás[1].
Como remedio, para que el aislamiento no
fuera total, habían puesto, en cada brigada, un preso común que servía de
enlace. Estos presos, la mayoría de las veces, eran personas afines a las ideas
de los opresores, por lo que no eran de fiar.
Una de las misiones del enlace era la de
traer del economato lo que el resto de presos le pedían, si es que alguno de
ellos tenía algún dinero.
El plato fuerte del economato eran los
higos, las algarrobas, los arenques, y cosas similares. Todo ello, si se poseía
dinero, cosa que no todos los presos tenían, solamente los que sus familias
residían en Cádiz o pueblos de la provincia, que tenían más oportunidades de
acercarles dinero para que no murieran de hambre, o cuando les llegaban algún
paquete, a los que sus familias residían más lejos, y si los guardias, en su
celosa revisión de los paquetes, no se quedaban con dicho dinero. Las compras
que se realizaban en dicho economato se las tenían que entregar en presencia de
un funcionario, quien lo examinaba minuciosamente, para evitar que pudieran
introducir algún mensaje.
Había
días en que, a las once de la mañana, no había nada en la cocina para dar de
comer a 6000 presos. En las perolas no había ni un lunar de grasa y la gente
moría. Más del 70% de los presos padecía avitaminosis. Así los presos, a pesar
de los esfuerzos que personalmente realizaba el director para encontrar
alimentos, se morían de hambre por falta de comida (sólo en el mes de marzo de
1941 murieron 78 presos).
Cada día, podían salir al patio y hablar
con el resto de presos. Eso sí, deberían hacerlo en grupos no superiores a tres
personas.
Igualmente, eran
frecuentes los recuentos de presos. Al toque de corneta, todos al patio a
formar. Comenzaba el recuento con la lectura de todos y cada uno de los nombres
y apellidos de los prisioneros, por brigadas. Una vez concluida esta, se daba
lectura a las nuevas condenas, los traslados… Todo terminaba con el canto
obligado del “Cara al sol”, himno fascista de la Falange española, rematado con
los gritos de rigor: “España… ¡una!, España… ¡grande!, España… ¡libre!, José Antonio
Primo de Rivera… ¡presente!, viva Franco… ¡viva!, arriba España…¡arriba!.
Firmes como postes, sin mover un solo músculo, ya que la celda de castigo
esperaba a los débiles y rebeldes.
Lo que también era obligatorio era la
asistencia a misa todos los domingos y días festivos. Esta se celebraba en el
patio del penal, con la presencia de todos los mandos, y que, al final de la
misma, debían desfilar ante ellos y saludar al estilo “fascista”.
Pero aquello no era impedimento para que,
al igual que en el anterior penal, aquellos presos se volvieran a organizar.
Con el tiempo, volvieron a funcionar las Organizaciones Obreras, y funcionaban
bien, a pesar de las trabas que les
ponían.
En cada brigada había un miembro del comité
de las Organizaciones Obreras, que era el encargado de transmitir a los demás
lo que sucedía en el exterior, y las acciones que debían emprender en cualquier
momento.
Cualquier cosa, cualquier gesto, era una
señal que, solo los delegados de las brigadas conocían.
A principios del mes de noviembre de 1.945,
se corrió la voz en el penal de que Franco iba a conceder un indulto a presos
políticos.
El decreto de 9 de octubre de 1.945
concedía el indulto “a los responsables de los delitos de rebelión militar,
contra la seguridad interior del Estado o el orden público, cometidos hasta el
1 de abril de 1945” .
Paco solicitó por escrito la concesión de
dicho indulto.
Era el mes de diciembre del año 1945. La
comida que les servían llevaba ya unos meses siendo de pésima calidad, además
de escasa. Las Organizaciones Obreras prepararon una huelga de hambre.
Cuando debían de recoger la comida, al
pasar por donde se encontraba esta, todos daban la vuelta al plato, y se
alejaban del lugar. Uno y otro día. Siempre la misma operación. Aquello era una
huelga de hambre en toda regla. Fue un ejemplo de organización. Todos sabían qué tenían que hacer. Nadie
cedió ante el hambre que les atenazaba. Tenían que conseguir mejorar aquellas
condiciones, o morir en el empeño.
Los guardias estaban atónitos. Amenazaban
con matarlos uno a uno, hasta que comieran. Pero aquellos hombres habían
decidido que, si tenían que morir, lo harían por las balas de aquellos
guardias, y no por hambre. No pasarían más hambre.
Todos sabían que aquello era una rebelión y
que serían capaces de fusilarlos. La vida de un "rojo" valía bien
poco. Pero la unión les hacía fuertes. Sin embargo, ante el masivo seguimiento
de la huelga, supieron que, matarlos, no lo iban a hacer. No podían matar a tanta
gente de un golpe.
Una vez los guardias le confirmaron al
director de la prisión de la huelga de los presos, este hizo su aparición en la
brigada. Pero aquello no era un hombre. Aquella masa de carne humana era más
bien una fiera, se abalanzó sobre aquellos hombres, como si de una presa se
tratara, dándoles golpes, patadas e insultándoles y amenazándoles. Las amenazas
de fusilamiento, aquellas palizas, no hicieron cambiar de idea a los presos.
El director, después de dos días, y viendo
que los presos no cambiaban de actitud, decidió cambiar de estrategia. Les fue
llamando uno a uno, separándolos del
resto.
- Tienes que comer - les decía –, tu
compañero anterior ya ha comido. No seas tonto y come tú también.
- Las otras brigadas están comiendo -
insistía - ¿porqué no lo hacéis ustedes también?
Todos sabían que no era verdad, que nadie,
en ninguna brigada, probaba bocado. Ellos sí que ignoraban que la información
interna seguía funcionando estupendamente en todo el penal.
Les decían que el que comiera sería
inmediatamente trasladado al penal nuevo, donde el trato y las comidas eran
mejores. Nadie se movía. Nadie daba un paso al frente.
Se llegó a incomunicar a todas las
brigadas, para evitar el contacto y los comentarios. Cada día, a la hora de la
comida, aparecían, junto a las calderas, diez o doce oficiales, con pistola en
mano, amenazando con matarlos uno a uno.
No podían con ellos. Aquello era lo más
duro que les había ocurrido con aquellos presos.
- Pero ¿cómo podían aguantar tanto? - se
preguntaban.
Aquellos hombres, parte en su día del
ejército republicano, tenían ganas de luchar. No querían perder su orgullo ni
su dignidad como personas. Lucharían hasta conseguir su objetivo, o morirían en
el empeño, como si de un campo de batalla se tratara.
A medida que pasaban los días, aquellos
hombres iban cayendo en las camas enfermos, si a aquel colchón de palma se le
podía llamar cama. Muchos tenían fiebres altas. Otros, vómitos. Pero todos
seguían sin comer. Los más graves eran llevados a la enfermería. Al tiempo, los
oficiales decían que se habían salvado porque habían comido, que todo el que
era trasladado a la enfermería, comía.
Pero ellos sabían que todo era mentira,
aquellos compañeros no habían podido ceder a las presiones. Muchos de ellos
murieron en aquella huelga. Los
médicos y enfermeros que les atendían eran también, en su mayoría, prisioneros
y en cualquier descuido de sus guardianes, les pasaban información de la
evolución de la huelga.
Por mediación de uno de esos enfermeros, supieron que se esperaba la
visita de una personalidad importante responsable del sistema penitenciario. Estaban ya en
el noveno día de huelga cuando, sobre las once de la mañana, comenzaron
a llegar funcionarios tratando de dar un “lavado de cara” a la brigada. Poco
después apareció en ella el mismísimo director general de prisiones, Ángel B.
Sanz. La segunda brigada del penal viejo del Puerto de Santa María, más que una
brigada de la cárcel, parecía un hospital. Solo unos cuantos, entre los que se
hallaba Paco, se encontraban de pie.
Ante la llegada del director, los que
quedaban en pie, y a la vez se sentaron en el suelo, en señal de protesta. El
ambiente que allí se respiraba era desolador.
-
¿Qué es esto? - Preguntó nada más entrar - ¿Qué es lo que me presenta Ud.? -
dijo dirigiéndose al director de la prisión.
- Lo siento señor – contestó de forma
dubitativa –. Estos cabrones se han empecinado en no comer; no sabía cómo salir
de aquella situación por más que se lo
hemos pedido .
- ¿Alguien puede explicarme qué está
pasando? – preguntó dirigiéndose a los presos.
Uno de ellos, jefe de la brigada y viejo
militar republicano, se incorporó y le expuso el porqué de aquella medida de
fuerza.
- Ahora, dígame, - le respondió - ¿usted
qué habría hecho en esta situación?
El director de prisiones asintió con la
cabeza en señal de entender qué ocurría. De repente, giró hacia su derecha,
donde se encontraba el director de la prisión y sentenció:
- Queda usted cesado de su cargo. Y ustedes
no se preocupen – prosiguió dirigiéndose al representante de aquellos presos –,
daré las instrucciones necesarias para que la alimentación sea la correcta.
Todos sabían que eran perros de la misma
especie, pero, al menos, la forma de tratarlos había sido distinta, más humana.
Efectivamente, a las pocas horas unas
marmitas con comida llegaban a las puertas de cada una de las brigadas. Durante
los dos siguientes, y para que los estómagos se fueran de nuevo acostumbrando a
los alimentos, les daban comidas estilo purés. Poco a poco, la comida se fue
haciendo más sólida y, como prometió aquél hombre, de mejor calidad e incluso
con más cantidad.
De esa forma concluyeron la huelga que,
durante nueve días, aquellos hombres, luchadores idealistas, habían mantenido,
echándoles un pulso fuerte al sistema franquista. Habían vuelto a ganar.
Sus objetivos se habían alcanzado. Además,
el aislamiento al que habían sido sometidos durante todo aquel tiempo de
permanencia en el penal, se había roto. Empezaron a introducir presos comunes
en las brigadas, más libertad a la hora de salir y de hablar en el patio.
Claro que, también el enemigo estaba
jugando sus cartas. De cada cinco o seis presos comunes que introducían en las
brigadas de los presos políticos, al menos uno era un confidente.
En el año 1938 se había creado la
“Organización de los Servicios de Confidencia e Información en los campos de
concentración” que paralelamente también actuaban en las cárceles y penales
españoles. Si ya
de por sí la situación del preso en un campo de concentración era humillante,
degradante para toda persona, a punto de anular la personalidad, aquello fue lo
más perverso, lo más vil y canalla que pueda imaginarse. La gris denominación
de “Servicios de Confidencias e Información” ocultaba en realidad una red de
chivatos, confidentes y delatores en cada campo, en cada penal, en cada cárcel.
Se formó una intensa telaraña en la que estaban todos los prisioneros,
empezando por los propios confidentes oficiales que no sabían quiénes eran sus
“colegas”.[2]
Esto es un resumen del siniestro y sucio sistema de trabajo de soplones,
chivatos, confidentes, delatores, informadores, bajo el control directo de la Guardia Civil , tal y
como se recoge en la documentación que se conserva en el Archivo General
Militar de Ávila.
En el penal del Puerto lo sabían, por eso,
y para desenmascararlos, les lanzaban cualquier falso mensaje.
Una vez comprobado quién era el chivato, se
les daba un escarmiento. El que fue destinado a la brigada segunda, y una vez
descubierto, uno de los días le dijeron que le llamaban en ayudantía. Desde las
celdas hasta dicho despacho, tenía que bajar por unas escaleras. Una manta en la
cabeza, varios golpes y un cartel de "chivato" sirvieron para que
fuera inmediatamente trasladado a otra brigada.
Volvían los interrogatorios, para poder
averiguar quién o quiénes lo habían hecho. Nadie decía nada. Todos lo sabían,
pero nadie hablaba.
Varios fueron los “chivatos” que la Guardia Civil
introdujo en la brigada segunda durante el tiempo en el que Paco permaneció en
ella. La mayoría de ellos fueron detectados (con mayor o menor prontitud).
En el mes de agosto de 1946, Paco recibió
una dura y frustrante noticia: la petición de indulto que, meses atrás se había
solicitado, le había sido denegada por el Estado Mayor de la Capitanía General
de la Novena Región
Militar, y así lo confirmaba la notificación de denegación de indulto fechada
en Málaga el 19 de julio de ese año.[3] Una mala noticia que, en Paco, produjo una
enorme desilusión y que hacía retroceder años en su esperanza de salir en
libertad. Sin embargo, se repuso del traspiés y presentó un recurso de alzada
contra dicha decisión.
Así, en estas situaciones pasaban los días.
Durante una época, volvió a sentirse el empeoramiento en la calidad de la
comida en el penal.
Un día, cuando las marmitas se encontraban
a las puertas de la brigada, esperando que llegaran los oficiales para poder
repartir la comida, los presos las volcaron y derramaron su contenido por las
escaleras. Tal fue el ruido que aquello produjo que, los oficiales salieron
despavoridos, con las armas en las manos, quizás creyéndose que era un
bombardeo enemigo.
Inmediatamente fueron encerrados en la
brigada. Pensaban que volverían nuevamente los castigos. Pero esta vez se
equivocaron. Al cabo de dos horas aparecieron las marmitas llenas con nueva
comida. Esta vez de mejor calidad. Parecían que habían aprendido la lección
anterior. Nadie quería tener problemas con ellos. Sabían de lo que eran capaces, de lo que podían aguantar
entonces.
Se dieron cuenta que aquello empezaba a
cambiar. España estaba sometida a una constante crítica por parte de otros
países, y nadie quería dar motivos extraordinarios para que aumentaran esas
críticas.
Dentro de lo lógico, las cosas cambiaban
día a día. Los domingos podían pasar al penal nuevo, donde tenía acceso el
personal civil para visitar a sus familiares. El día de la patrona de
prisiones, la Virgen de la
Merced , en el año 1947, la dirección organizó un gran
festival, donde asistieron artistas, hubo boxeo, concursos de cante. Las
puertas, ese día, se abrieron para que los familiares pudieran visitar a todos
los presos.
El régimen franquista quería hacer ver a
las potencias extranjeras que eran “magnánimos” con los prisioneros de guerra.
Aunque todos sabían que aquello era una
patraña del régimen fascista, decidieron aprovechar la ocasión, no solo para
pasar un día con sus familias, sino también para contarles a estos y a otros
visitantes la verdadera situación que se vivía dentro de aquellos muros. Se
seguía maltratando a los prisioneros, se les seguía vejando, y lo que era más
duro, se seguían asesinando a prisioneros. Aquellas circunstancias se tenían
que conocer fuera de aquellas paredes.
Sabían que existía una emisora de radio, clandestina
por supuesto, que daba información de lo que verdaderamente estaba ocurriendo
en España, y cuya dirección corría a cargo del gobierno republicano en el exilio.
Su nombre era “La Pirenaica” y nunca, el régimen franquista, supo desde donde
transmitían. Aquellos presos de guerra lo sabían, lo mismo que sabían que la
información que ellos pudieran dar también podía llegar a esa emisora de radio.
A Paco, lo que más le gustó, fue la entrada
de los niños en el penal. El ver a sus padres, abrazados y llorando junto a
ellos, fue una experiencia que jamás olvidará.
No le había dado tiempo a avisar a su familia
para que fueran a verle, pero, a su forma, disfrutó de aquel día como hacía
tiempo que no lo hacía.
A partir de entonces, la cosa fue mejor.
Mejores comidas. Mejor trato.
No es que fuera una cosa del otro mundo
pero, en comparación con los otros "hoteles", aquel estaba
adquiriendo la categoría de un "cinco estrellas".
A mediados del año 1947, otra mala noticia
llegaba, procedente de Málaga, al penal del Puerto de Santa María. Una mala
noticia que afectaba directamente a Paco: el recurso de alzada interpuesto
contra la denegación de indulto solicitada el año anterior, le había sido
rechazada por el Consejo Supremo de Justicia Militar y fechada el 17 de abril de ese año. Una mala
noticia que, sin embargo, no ejerció el mismo efecto negativo que la recibida
el año anterior. Ya se había hecho a la idea de que, tarde o temprano, de una u
otra forma, aquella pesadilla terminaría.
Con el tiempo las cosas fueron cambiando.
La presión internacional ejercida sobre el régimen franquista para que fuera
abriendo la mano hizo que Paco albergara nuevas esperanzas en una no muy lejana
salida.
Pensaba que saldría de allí, y
entonces, ¿qué haría? No quería volver a
trabajar en el campo, trabajar de sol a sol en unas condiciones precarias y
que, a la postre, no le haría progresar en la vida y, con esa idea, decidió
estudiar. Él, que cuando ingresó por primera vez en prisión, apenas si sabía
leer y escribir, decidió, y tiempo le quedaba, instruirse, tener una buena
preparación educativa para, una vez fuera de aquellos muros, afrontar una nueva
vida.
Había muchos presos, sobre todo presos
políticos, que tenían una formación intelectual bastante elevada, a los que
Paco acudió y de ellos recibió sus primeras lecciones. Manuel Hallué Quiles,
uno de los presos amigo de Paco, hombre instruido, maño, y que fue la primera
persona que le enseñó álgebra, trigonometría, etc. Las horas se las pasaban con
una tiza y, en el suelo, ejercitaban estas materias. Manuel tenía pensado, una vez saliera de la cárcel,
trasladarse a Venezuela, ya que, al parecer, hacían falta hombres especialistas
en agronomía. Manuel saldría de la prisión unos meses después que Paco.
Más de un día, vendía su comida para poder
comprarse libros y material escolar.
De esa forma, aprendió, primero, a leer y
escribir correctamente, luego, matemáticas, incluso algo de francés y bastante
de esperanto. Este era un idioma prohibido por el régimen franquista, ya que
era un idioma utilizado por personas de ideas de izquierdas, y que se basaba en
un conglomerado de palabras de distintas lenguas europeas. Con el tiempo, y
ante la influencia en el mercado del inglés y el francés, desapareció.
Por fin llegaron los indultos. Primero
empezaron a ser indultados los que tenían condena de seis años. Después los de
doce, y así sucesivamente.
Y por fin llegó el día para él, aunque con
un poco de demora por haber tenido que pasar casi dos años más de la cuenta en
prisión al tener que cumplir una pena supletoria por “fuguista", y por la
lentitud en tramitar su documentación. Era el día 23 de diciembre de 1.949. El
día de su libertad.
Población
reclusa tras la Guerra
Civil Española
(con
fecha de 31 de diciembre de cada año)
AÑO
|
PRESOS
|
1939
|
270.719
|
1940
|
233.373
|
1941
|
159.392
|
1942
|
124.423
|
1943
|
74.095
|
1944
|
54.072
|
1945
|
43.812
|
1946
|
36.379
|
1947
|
38.139
|
1948
|
37.451
|
1949
|
36.127
|
1950
|
30.610
|
Fuente: Payne, 2007, p 111

Presos republicanos en la cárcel de Burgos
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres
dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la
tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe
aventurar la vida.”
Miguel de Cervantes Saavedra

Alozaina
Cuando Paco despertó de
aquel sueño, el tren estaba llegando a la estación de Pizarra, pueblo situado a
unos treinta kilómetros de Alozaina, su destino.
- ¡Qué campos más bellos! ¡Qué verdes eran! – pensaba.
No se cansaba de mirarlos. Desparramaba la
vista por la ventanilla del tren queriendo retener aquella imagen. Muchos
habían sido los años en los que no los había podido ver.
Una vez detenido el tren, Paco sintió
miedo. Miedo y recelo por la reacción
que pudiera tener la gente hacia quien había estado tanto tiempo encarcelado.
Más de catorce años privado de libertad le
había impedido conocer los cambios que España había experimentado.
-¿Cómo sería ahora España?- se preguntaba –. Y las gentes ¿cómo serían?
Aún no le había dado tiempo a asimilar su
nueva vida. Aún no podía diferenciar el estado de libertad en el que se
encontraba, con su vida anterior. Más de catorce años encerrado son muchos años
como para, en un solo día, tener que adaptarse a una forma de vida totalmente
distinta a la que, hasta ahora, había llevado.
Recelaba de todo y de todos. Sentía las
miradas de la gente clavadas en sus ojos. Todos le miraban, o al menos, eso
creía.
Con paso dubitativo, se apeó del tren. Una
vez en el andén de la estación, observó cómo, no muy lejos de allí, varios
autobuses se encontraban detenidos.
Fue mirando, uno por uno, los rótulos que,
en la parte delantera de cada uno de ellos, indicaba la ruta que llevaban.
- “Málaga – Yunquera”- , figuraba en uno de
ellos.
-
Tenía que ser ese – pensó.
Se acercó a la puerta del autobús. Su
conductor se encontraba sentado a la espera de que los pasajeros subieran.
- ¿Este autobús va hacia Alozaina ?
- Si - respondió este.
- ¿Me puedo subir? - preguntó.
La voz le temblaba como si de un niño se
tratara.
- Claro que sí. Hay sitio suficiente, suba
– contestó el conductor.
En el autobús viajaban unas veinte
personas. A nadie conoció. El tiempo no solo había pasado para él. Los demás,
la mayoría de ellos de su pueblo, también habían cambiado y no los reconocía.
El conductor del autobús, aunque no era de
Alozaina, sí vivía en él, era natural de Villamartín, Antonio el "Sinmanta",
le apodaban. El autobús era de la empresa Los Coínos, y hacía el trayecto de Málaga a Alozaina,
teniendo parada en Pizarra.
Fue este el único que le reconoció.
- ¿Tú eres Paco el de la “Posá”?- le
preguntó.
Sus hermanos le habían advertido al
conductor de que Paco cogería el autobús en Pizarra, por lo que, una persona
extraña, y con esas características, solo podía ser él.
El autobús inició la marcha, camino de
Alozaina.
La conversación durante el resto del camino
se centró en su persona.
Para entonces, muchas cosas habían cambiado
en España. Por ejemplo, aún estaban vigentes las cartillas de racionamiento;
las monedas de curso legal habían cambiado; todavía se pasaba hambre y las
diferencias sociales presentaban aún una mayor profundidad que cuando él fue
detenido.
Existía una carencia grande de productos de
primera necesidad, y “el estrasperlo” era la única tabla de salvación de muchas
familias
para salir adelante.
Muchos ya se habían enriquecido con esta forma de negocio, con el
consentimiento de la Guardia Civil que recibía prebendas por hacer la vista
gorda, mientras otros eran multados e incluso encarcelados, y que solamente lo
hacían por una verdadera necesidad, y no para enriquecerse de forma rápida.
En Alozaina, como en muchos otros lugares,
había nacido una nueva clase de “ricos” a costa de esta actividad, y que, poco
a poco, se fueron adueñando de tierras y casas, amasando importantes fortunas.
Su lucha no había servido para nada. Tantos
años de sacrificio, tantas muertes, tantas vidas rotas… para nada.
Aquel ya no era el país que él había dejado
cuando le detuvieron. Era otro país, se
lo habían cambiado, y él no había podido hacer nada.
Había sacrificado toda su juventud, ahora
no era más que un ex presidiario, un “rojo” más que sería permanentemente
vigilado. Un “apestado” de aquella sociedad. Una sociedad que, más tarde, iría
descubriendo en toda su crudeza, llena de odios, de rencores, de envidias... y
de miedos. El miedo que había implantado un régimen fascista con la fuerza de
las armas.
Los símbolos fascistas se encontraban por
todas partes. El “yugo y las flechas”, emblemas de la falange española se
situaba a la entrada de cada población por las que pasaban, así como las
fotografías de Franco presidían colegios, instituciones, etc.
También, aparecían pueblos ligados a este
nombre, tales como El Ferrol “del
Caudillo”.
Una vez que el conductor corrió la voz
entre los pasajeros de quién era aquel viajero, todos corrieron a saludarle.
El autobús debió entrar al pueblo de
Casarabonela, pueblo situado a unos nueve kilómetros de Alozaina. Desde su
asiento, a través de la ventana, Paco ya pudo apreciar las estribaciones de la
serranía de Ronda, en lo que es una prolongación de Sierra Prieta.
El autobús se detuvo, durante unos minutos,
en una explanada situada a la entrada de dicho pueblo. Algunos de los viajeros
se apearon, unos porque habían llegado a su destino, otros para poder tomar
algo en un viejo bar cercano.
Paco no se movió de su asiento. Desde él
observaba a la gente que pasaba junto al autobús y que curioseaban para ver si
conocía a alguno de sus pasajeros.
Cuando nuevamente el vehículo inició la
marcha, Paco ¿qué le diría a sus padres? Y a sus hermanos, ¿cómo les
reconocería? Habían pasado muchos años y la mayoría de ellos eran unos niños
cuando él se fue.
Cerca ya del pueblo, Paco pudo ver la
majestuosidad de la sierra de Alozaina, sierra Prieta. Allí seguía, extendiendo
orgullosa sus laderas hasta el mismo pueblo. Los recuerdos de sus andanzas por
aquellas tierras volvieron a su mente.
De repente, el vehículo se paró a la entrada del pueblo,
junto a un arco de estilo árabe[4],
representación de sus orígenes, y que da acceso al pueblo desde la carretera.
Un grupo de hombres les esperaban.
El conductor del autobús les fue
presentando, uno a uno, a aquellos hombres. Eran sus hermanos. Habían pasado
tantos años que casi no se conocían. Allí estaban José, Juan, Manuel, Rafael,
su hermana Ana, y el benjamín de la familia, Miguel. Su hermana María se había
trasladado a Francia unos años antes, casándose por poderes con su novio
Antonio Rueda “El Santo” y se había establecido en la ciudad de Marsella.
Sus padres no habían tenido fuerzas para ir
a recibirlo.
El reencuentro con sus padres, y con el
resto de la familia, es inenarrable. Toda la familia, vecinos, amigos... todo
el pueblo se acercó por la casa de sus padres para darle la bienvenida.
Todos querían ver a Paco, el hijo del “Rubio
de la Posá ”. No
hay palabras que puedan describir lo que la familia Santos sentía aquella
noche. Noche de Navidad de 1.949. La
Navidad del año de su libertad.
FIN
ESCRITO DE DENEGACIÓN DE INDULTO (19-7-1946)
TRANSCRIPCIÓN
DON
FERNANDO ALES RUIZ, SOLDADO DE INFANTERÍA, SECRETARIO DEL JUZGADO MILITAR
EVENTUAL NUM. DOS DE ESTA PLAZA Y DE LA PRESENTE CAUSA DE
INDULTO NUMº 74 A
FAVOR DE FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ DE LA QUE ES JUEZ INSTRUCTOR EL COMANDANTE DE
INFANTERÍA DON ANTONIO VERA REY.
DOY FE Y
TESTIMONIO: Que en la causa arriba indicada, concreta las particulares que
copiadas literalmente dicen:
FOLIO 230
INFORME DEL} EXCMO. SR.: EL FISCAL JEFE DICE: Vista la
FISCAL
JEFE -------------.} petición de indulto que eleva a V.E. el penado FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ,
examinada la sentencia dictada en la causa núm. 74, contra el mismo instruida,
por la que referido individuo fue condenado a la pena de VEINTE AÑOS DE
RECLUSIÓN, como autor responsable de un delito de REBELIÓN MILITAR, apareciendo como hecho más
grave en el resultado de la sentencia el efecto que mana de la acción de
intervenir en Alozaina en varias muertes
y asesinatos, acreditándose en diligencia de cargo por su denunciante Esperanza
Trujillo, que el condenado (¿…?) intervenir formando parte del grupo que
arrastró a la madre de (¿…?), paralítica, fuera de su domicilio donde fue
asesinada, , acusación que se mantiene en tal diligencia con firmeza y
vehemencia, y visto así mismo el Decreto 9 de Octubre de 1.945,: NO ES
PROCEDENTE QUE V.E. autorice la gracia del indulto que solicita el penado
FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ, por estar expresamente comprendida en las
excepciones previstas en el art. 1º del referido Decreto. SI V.E. acuerda la
conformidad deberá hacerse al interesado el derecho que existe de alzarse, en
el plazo de diez días a partir de la notificación del acuerdo ante el Consejo
Supremo de Justicia Militar, de conformidad con las normas para la concesión
del indulto, de 27 de octubre de 1.945.-
V.E. no obstante decidirá.- Granada a
15 de Mayo de 1946.- EL FISCAL JEFE ACCTAL.- Firmado y
rubricado.- ANTONIO SERRANO HINOJOSA, y un sello en tinta violeta que dice:
Fiscalía Jurídico Militar de la Novena Región.- OTROSI DIGO: En el caso que sigan
interpuesto el recurso (¿…?) las normas
antes citada, ante el Consejo Supremo de Justicia Militar deberá acompañarse el
citado escrito testimonio literal de este informe del dictamen y acuerdos
relativos al manuscrito respectivamente del auditor y Capitán General, a más
del testimonio igualmente literal de la sentencia.- Granada a 15 de Mayo de
1.946. EL FISCAL JEFE ACCDTAL. Firmado y rubricado.- Antonio Serrano Inojosa.
Hay un sello en tinta violeta que dice: Fiscalía Jurídico Militar de la Novena Región.-
-------------------------------------------------
FOLIO 231
DICTAMEN ) EXCMO. SR.:Visto el expediente de indulto a favor del
AUDITORIADO
---------) recluso FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ, encartado en causa núm. 74 en la
que fue condenado como autor de un delito de REBELIÓN MILITAR, a la pena de
VEINTE AÑOS DE RECLUSIÓN, del dictamen del Fiscal Jurídico Militar que antecede
por sus propios declarantes procede y así se prepara a V.E. denegar a dicho reo
los beneficios de indulto concedidos por el Decreto de 9 de Octubre último
(D.O. num. 293) por concurrir las
excepciones previstas en el art. 1º del citado decreto.- Caso de conformidad
con lo que se deja propuesto, pasará el expediente de indulto y la causa núm.
74 al instructor que se designe, para que notifique al interesado de la
resolución recaída enterándola, al propio (¿…?), del recurso de
alzada que establece el art. 2º de las normas de 27 de Octubre último, dictadas
para la ejecución del manifestado Decreto del Ministerio del Ejercito, recurso
que deberá entablar ante el Coronel (¿…?) de Justicia Militar, en el plazo de
diez días (¿…?) de la fecha de notificación (¿…?) el archivo de las presentes
actuaciones. Granada a 24 de Mayo de 1.946.- EL AUDITOR.- Firmado y rubricado.-
Gonzalo García Bravo.- Firma y un sello color violeta que dice: Auditoría de
(¿…?) Capitanía General de la Novena Región.- Estado Mayor (¿…?)
y de mi
Auditor que antecede acuerda de conformidad con las mismas les sean DENEGADOS
al citado encartado los beneficios de INDULTO concedidos en 9 de Octubre de
1.945.- Remítase el procedimiento al Sr.
General Gobernador Militar de la plaza de Málaga, para que designe Juez
Instructor, que de el más exacto cumplimiento a cuanto se previene en el
Dictamen de mi Auditor, que antecede, y Otrosi.- El Capitán General.- Vicente
Lafuente.- Firmado y rubricado.- Hay un sello en tinta violeta que dice:
Capitanía General de la
Novena Región Militar.- Estado Mayor.- ---------------------
CONCUERDA
BIEN Y FIELMENTE con el original a que me remito y para que conste y remitir al
interesado expido el presente con VªBª del Sr. Juez en la plaza de Málaga a
Diez y nueve de Julio de mil novecientos cuarenta y
seis.-------------------------
EL SECRETARIO
VºBº
EL COMANDANTE JUEZ INSTRUCTOR
ESCRITO DE DENEGACIÓN DE INDULTO (17-4-1947)
TRANSCRIPCIÓN
DON
FRANCISCO RIVERO VERA, TENIENTE AUXILIAR DE INFANTERÍA. MILITAR NUMERO DOS DE
LOS DE ESTA PLAZA, Y DE LA
CAUSA NUM , 74 SEGUIDA CONTRA FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ POR
EL DELITO DE REBELION MILITAR, DE LA
QUE ES JUEZ INSTRUCTOR EL COMANDANTE DE INFANTERÍA DON
ANTONIO VERA REY.
DOY FE Y
TESTIMONIO: Que en la Causa
arriba expresada aparecen las particulares que copiadas literalmente dicen así:
AL FOLIO
39. DENEGACIÓN ) CONSEJO SUPREMO DE JUSTICIA MILITAR.-
DEL RECURSO
DE ALZADA) Relataría de Marina.- Excmo. Sr.- En el rollo correspondiente al
recurso de alzada interpuesto por el penado FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ, y
elevada ante este Alto Tribunal por la Prisión Central
del Puerto de Santa María (Cádiz), aparece un dictamen del Sr. Fiscal al reo
que copiado literalmente dice así: EL FISCAL TOGADO dice que el recluso
FRANCISCO SANTOS RODRIGUEZ (¿…?)
En virtud
de todo lo expuesto PROCEDE continuar con la reclusión analizada, acordándose
en definitiva por la Sala
de denegar la concesión del indulto solicitado.- y habiéndose informado la Sala de Justicia en
providencia fecha 8 de Enero de 1.947 con el preceptivo dictamen Fiscal, tengo
el honor de trasladar a V.E. para su conocimiento y efectos remitiéndole la
instancia al interesado el oportuno acuse de recibo.- Dios guarde a V.E. muchos
años.- Madrid a 21 de Marzo de 1.947.- EL GENERAL PRESIDENTE.- Firmado y
rubricado.- M. Ponte: Hay un sello en tinta violeta que dice: CONSEJO SUPREMO
DE JUSTICIA MILITAR.- PRESIDENTE---------------------------------------
CONCUERDA
BIEN Y FIELMENTE con el original al que me remito y para que conste y remitir
al interesado en el Puerto de Santa María (Cádiz) expido el presente con el
VºBº del Sr. Juez de la Plaza de Málaga a diecisiete
de Abril de mil novecientos cuarente y siete.
VºBº
EL SECRETARIO
EL COMANDANTE JEFE INSTRUCTOR
TRANSCRIPCIÓN
Dº Servando Villarreal Sánchez, Médico Oficial de la Prisión Central
del Puerto de Santa María, de la que es Director Dº Ramón Caballero Gil
CERTIFICO
que FRANCISCO SANTOS RODRÍGUEZ no padece enfermedad alguna infecto-contagiosa
que le impida disfrutar de los beneficios de la libertad condicional.
Y para que conste a
tales efectos, expido el presente, que visa y sella el Sr. Director, en Puerto
de Santa María a veintitrés de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueve.
Listado de
personas nacidos en Alozaina, ejecutados en diferentes localidades de la
provincia de Málaga.

AGUILAR ROJAS, JUAN ALMAGRO RUEDA, ANTONIO
BELLIDO GÓMEZ, ANTONIO BELLIDO RODRÍGUEZ, FRANCISCO
BELLIDO ROJAS, ANTONIA BENÍTEZ CAMPOS, JOSÉ
BENÍTEZ CAMPOS, SALVADOR BEMÚDEZ CHAVEZ, FRANCISCO
BERMÚDEZ SÁNCHEZ, JOSEFA BRAVO SEPÚLVEDA, ANDRES
CAMPOS DONOSO, ANTONIO CARRASCO RUEDA, REMEDIOS
CODES SÁNCHEZ, ALONSO CONDE NAVARRO, JOSÉ
DÍAZ PÉREZ, ANTONIO DÍAZ TRUJILLO, ANTONIO
DOMÍNGUEZ ALMAGRO, ANTONIO DOMÍNGUEZ ROJAS, RAFAEL
DUEÑAS RUEDA, ANA FERNÁNDEZ CARRASCO, JUAN
GALVÁN PÉREZ, JOSÉ GIL GONZÁLEZ, ANA
GIL ROJAS, ANTONIO GIL ROJAS, JUAN
GIL URQUIZA, JOSÉ GÓMEZ ZAMBRANA, DIEGO
GONZÁLEZ GUERRERO, FERNANDO GONZÁLEZ MERINO,
JUAN
GONZÁLEZ RUEDA, ANTONIO GONZÁLEZ TORRES, JOSÉ
LIMA RODRÍGUEZ, JOSÉ LUNA LÓPEZ, ANTONIO
LUQUE DOMÍNGUEZ, FRANCISCO MÉNDEZ CAMPOS, JUAN MIGUEL
MERINO PORTALES, MIGUEL NAVARRO GIL, FRANCISCO
NAVARRO MÉNDEZ, FRANCISCO NAVARRO MÉNDEZ, JOSÉ
NAVARRO MÉNDEZ, JUAN NAVARRO NAVARRO, MIGUEL
PÉREZ AGUILAR, JUAN PÉREZ RUEDA, FERNANDO
PIÑERO GUERRERO, MIGUEL PORTALES ÁLVAREZ DE PEREA, JOSÉ
PORTALES SEPÚLVEDA, JOSÉ RIVAS DEL RÍO, JUAN MIGUEL
RIVAS GUERRERO, ANDRÉS RIVAS RUEDA, SALVADOR
ROJAS GARCÍA, MIGUEL ROJAS GUERRERO, FRANCISCO
ROJAS PÉREZ, JUAN ROYO OCHOA, ADRIANA
RUEDA MERINO, ANTONIO RUEDA NARVÁEZ, RAFAEL
RUEDA OÑA, MIGUEL RUEDA SÁNCHEZ, MIGUEL
RUEDA SEPÚLVEDA, ANTONIO RUEDA ZAMBRANO, ANTONIO
SÁNCHEZ OÑA, FRANCISCO SÁNCHEZ ROJAS, MIGUEL
SEDEÑO MERINO, JUAN SEPÚLVEDA BERMÚDEZ, JUAN
SEPÚLVEDA NAVARRO, JUAN TORRES BERMÚDEZ, PEDRO
TORRES PIÑERO, ANTONIO TORRES RODRÍGUEZ, MANUEL
TRUJILLO GÓMEZ, JOSÉ TRUJILLO MACIAS, MIGUEL
TRUJILLO MARTÍN, SANTIAGO TRUJILLO SÁNCHEZ, CARMEN
VERA GUERRERO, JOSÉ
Asociación Foro Por La Memoria Histórica
de Málaga
NOMBRE
|
APODO
|
FECHA
|
PROFESION
|
ALMAGRO RUEDA ANTONIO
|
04/02/1950
|
ALBAÑIL
|
|
BELLIDO RODRÍGUEZ FRANCISCO
|
26/10/1940
|
||
BENÍTEZ CAMPOS SALVADOR
|
29/01/1943
|
||
BERMÚDEZ CHÁVEZ Fº
|
FILOMENA
|
06/12/1939
|
|
CAMPOS MERINO TOMÁS
|
28/02/1940
|
||
CAMPOS RUEDA ANTONIO
|
15/11/1939
|
CARPINTER
|
|
CODES SÁNCHEZ ALONSO
|
18/04/1941
|
||
DÍAZ PÉREZ ANTONIO
|
08/01/1941
|
||
DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ SALVADOR
|
22/01/1938
|
||
DOMÍNGUEZ ROJAS RAFAEL
|
01/08/1939
|
||
GIL ROJAS ANTONIO
|
07/12/1939
|
||
GIL ROJAS JUAN
|
HOCICO
|
09/12/1939
|
|
GIL URQUIZA JOSÉ
|
MELCHOR
|
06/12/1939
|
|
GONZÁLEZ TORRES JOSÉ
|
12/02/1938
|
DE CAMPO
|
|
MENESES RUEDA JUAN
|
09/03/1937
|
MAESTRO N
|
|
ROJAS GUERRERO ALONSO
|
01/03/1940
|
||
RUEDA SEPÚLVEDA ANTONIO
|
08/01/1941
|
||
FERNÁNDEZ CARRASCO JOSÉ
|
MARATO
|
14/05/1937
|
CARABINERO
|
FERNÁNDEZ MIGUEL ANTONIO
|
08/04/1937
|
SOLDADO
|
|
LUNA LÓPEZ ANTONIO
|
16/03/1937
|
||
NAVARRO MÉNDEZ JOSE
|
07/11/1940
|
||
NAVARRO MÉNDEZ JUAN
|
27/08/1940
|
||
NAVARRO NAVARRO MIGUEL
|
CARMONA
|
10/11/1939
|
LABRADOR
|
FUENTES
CONSULTADAS
ABC
pueblos
ABC,
del 19 de mayo de 1919, edición de la tarde.
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